, ya fuera del entorno de la Cueva de Montesinos se encaran nuevas aventuras, con la aparición de nuevo del escritor que no lo fue.
De nuevo Cervantes usa al "moro" Cide Hamete como recurso literario, para ensalzar su obra, enmarcándola en la tradición de los
manuscritos recuperados.
A pesar de la historia increíble que ha ocurrido en el interior de la Cueva, el mismo Cide afirma que Don Quijote no mentiría aunque lo asaetearan...lo mismo es que no dice toda la verdad, consciente y conocedor de la obras caballerescas.
Más adelante asistimos a la presencia excesivamente fugaz de algunos nuevos personajes: e
l que lleva tanta prisa "azuzando" a un mulo -que los invita a contarles maravillas -,
el ermitaño que ni aparece, l
a querida del ermitaño (me imagino por eso de
sota-ermitaña) y
el aprendiz de soldadito... Entre estos y la añoranza de Sancho por el "condumio de Camacho", la frustración de no encontrar vino en la ermita sino solo agua y la celebración de Panza por ser venta lo que encuentran y no "venta-castillo-encantado"... acaba el capítulo no sin antes reflexionar Sancho por la cordura de su amo cuando razona con el "mancebito-soldado", lo que le deja aturdido cuando fantasea...
Ya en alguna entrada había comentado algo, incluso
Pedro Ojeda en sus entradas de los jueves creo ha hecho mención a los mecenas:
—No muchos —respondió don Quijote—, y no porque no lo merezcan, sino que no quieren admitirlos, por no obligarse a la satisfación que parece se debe al trabajo y cortesía de sus autores. Un príncipe conozco yo que puede suplir la falta de los demás con tantas ventajas, que si me atreviere a decirlas, quizá despertara la invidia en más de cuatro generosos pechos [; pero quédese esto aquí para otro tiempo más cómodo, y vamos a buscar a donde recogernos esta noche.Según anotación anexa a pie de página: el
tacaño parece que se refiere al duque de Béjar y el
príncipe al conde de Lemos. Veamos el porqué de este tratamiento:
Como es evidente, a mi me apasiona esta lectura sobre todo porque da unas anchas pinceladas de historia.... consultado algunos textos, resumiré la afirmación sobre el tacaño y el príncipe; era muy frecuente entre los escritores del Siglo de las Luces la práctica de la lisonja y buscar "un buen árbol para cobijarse", sin embargo Cervantes (también Lope, Quevedo y Calderón) buscaron el favor de la Corona y de grandes nobles....aunque parece ser que a Don Miguel la seguridad que le proporcionaba el ambiente cortesano pugnaba con su vocación y conciencia de escritor.
Dos de "
estos amantes del arte"tuvo Cervantes; y esto se configura en los prólogos de su obra:
Su primera parte la dedica
al duque de Béjar, pero parece que éste la rehusó sobre todo por el pasado algo turbio del autor, de todas formas el de Béjar aunque poseía muy buenas rentas no tenía los favores de la Corona. Según los estudiosos esta postura ante Cervantes o incluso su poca influencia política hizo que nuestro autor buscase otro "protector" para su segunda parte. Y encontró
al conde de Lemos, al que dedica su segunda parte, el susodicho que además de buenas renteas, poseía la gracia de la realeza, por eso el prestigio que podía alcanzar cualquier escritor de gozar de este mecenas podía ser muy grande. De todas formas Cervantes fue muy crítico contra los que practicaban la lisonja (el peloteo le podríamos llamar hoy) y no en pocos de sus escritos proclamaba la libertad e independencia del autor...(todo lo que se pudiese ser en esta época).
En suma, los escritores del Siglo XVIII solían buscarse su protector, para ascender en sociedad y fundamentalmente para obtener ganancias económicas. Además de conseguir estos objetivos, muchos de los escritores se vieron envueltos en no pocas luchas políticas...ya que todo tenía su precio....